
La princesa soñaba con un príncipe azul que fuera como ella lo deseaba.
Y se dedicó a esperar, besando sapos.
Besó a un sapo, luego a otro, y otro, y otro más. Uno por uno se fueron volviendo príncipes vestidos de azul, pero todos tenían sangre roja...
Y así, ninguno, ninguno de los príncipes que conoció la satisfizo, aunque todos le quedaron muy agradecidos por hacerlos dejar de ser sapos.
Hasta que por fin el sapo que siempre fue sapo y nunca un príncipe azul, y la princesa que nunca pensó ya en príncipes azules, se encontraron una noche de luna llena y unieron su amor al Amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario